Cosas que se rompen para volverse a unir
LOS DESEOS II
Arreglá un objeto.
Mientras lo hacés,
también arreglás algo dentro de vos.
Pensá en una «herida» en tu vida o en el mundo.
Pedí que sea curada mientras arreglás el objeto.
Termino la jornada en mi isla-hogar y mientras lavo los platos de la cena observo cómo, a una distancia de pocos centímetros, la caída de un vaso puede ser fatal. Esas piezas separadas van a convertirse ahora en otra cosa, un lugar de paso para los gajos de mis plantas, donde estarán viviendo hasta echar raíces.
Yo también me rompo a veces por dentro y después tengo que volverme a unir. Igual que los pedacitos de películas cortados en líneas de tiempo. Lo extraño es que esas partes no llegan a ser unidades en sí mismas, porque ya dejaron de ser planos para convertirse en otra cosa: cortes. Sí, son cortes. Y trabajamos con ellos. Incluso se convierten en otra unidad nueva cuando los usamos para nombrar los avances de la edición: tengo un nuevo corte, falta poco para el corte final.
Me gusta pensar que todas las películas fueron alguna vez esa montaña de pedazos rotos de algo. Y recién ahora entiendo que eso que hacemos en el montaje es andar rompiendo planos –como si cortáramos papelitos– cada vez que la cuchilla pasa por encima de un clip.
Pienso en un vidrio partido o en un jarrón de cerámica que se estrella contra el piso. En todas esas astillas que quedan ahí, convertidas en polvo, que no vamos a poder recuperar nunca. Sin ellas, que eran parte del cuerpo original, tampoco podremos llenar los intersticios. Y al querer reconstruir la forma original, el jarrón se verá lleno de pegamento y grietas marrones.
En las películas, a veces, los cortes directos también sangran. Y está bien que sea así, que hagan visible la herida. ¿O acaso la mayoría de las historias no nacen de un dolor? Lo que pasa es que el cine transforma todo en luz, y nos encandila con eso, con el espacio oscuro y sereno, la butaca tan cómoda. Y allá adelante pasan los reflejos de colores mientras otra cosa circula alrededor, otro tono, otros ecos, como algo lejano que se va acercando cada vez más, de afuera hacia adentro o quizá en sentido contrario.